Después de las votaciones del 2 de junio, hoy tenemos la oportunidad de comenzar una nueva historia. Como lo hemos reiterado, en el INAI estamos listos para ser parte de ella, porque el México democrático no se puede entender sin los derechos que su sociedad diversa y plural ha conquistado, entre ellos nuestro órgano garante en materia de transparencia.
El domingo como ciudadana mexicana responsable emití mi sufragio porque es mi derecho y también mi deber, sobre todo como Comisionada del INAI y en la defensa de los dos derechos humanos que tutelamos por mandado constitucional. Al momento de depositarlo, lo hice con esperanza de un país en paz, democrático, con gobernabilidad y gobernanza. En el ánimo de poder trabajar de manera coordinada con las nuevas autoridades.
La renovación de las cámaras del poder legislativo también abre la posibilidad de un mayor compromiso con la rendición de cuentas y con las instituciones vinculadas a esta labor, como el INAI.
Eliminar mecanismos de equilibrios democráticos no es el camino que han seguido sociedades modernas en las últimas décadas, al contrario, se requiere de ellos para crear confianza en la ciudadanía y mantener los equilibrios en el ejercicio del poder.
La labor que hace el Instituto, así como otros entes autónomos es de equilibrios y aportaciones a la gobernabilidad. En nuestro país nos conviene la protección de derechos básicos como el acceso a la información y la protección de datos personales.
Justo el martes 11 de junio se cumplen 22 años de que se publicó La primera Ley Federal de Transparencia en el Diario Oficial de la Federación (11 de junio de 2002), aunque, Jalisco y Sinaloa (en enero y abril de aquel año) fueron las primeras entidades en contar con una ley en la materia. Un recordatorio más de las bondades de nuestro sistema federal y democrático. A partir de ahí hemos ganado mucho y no podemos retroceder.
La situación política que atravesamos es idónea para realizar un balance de resultados y ser autocríticos para mejorar la atención y respaldo que ofrecemos a la sociedad.
Como lo he propuesto desde que ingresé al Instituto, el INAI necesita una reingeniería. Optimizar funciones, presupuesto y recursos humanos; reducir las erogaciones relacionadas con viajes internacionales; impulsar un cambio normativo que acentúe las sanciones ante negativas de información o mal uso de datos personales. Son algunas ideas para ofrecer un instituto renovado que se vincule de mejor forma con la sociedad. Los próximos resultados de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) son una oportunidad más para ser autocríticos.
Hago votos para construir los puentes con las nuevas autoridades de la administración y sobre todo la nueva conformación de las cámaras legislativas, las cuales entran en funciones a partir del 1 de septiembre, para que se entienda la importancia del INAI en la transparencia, rendición de cuentas y protección de datos personales.
Más allá de los colores de quienes hayan ganado, los hechos demuestran que es a través del diálogo como se conquistan derechos y se logra el desarrollo de las sociedades. Que sea una nueva historia, una donde se respeten los derechos humanos y las libertades en un verdadero ejercicio democrático. Comienza la oportunidad de reescribir la historia.
